[13] Después, Jesús invitó a algunos de sus seguidores para que subieran con él a un cerro. Cuando ya todos estaban juntos, [14] eligió a doce de ellos para que lo acompañaran siempre y para enviarlos a anunciar las buenas noticias. A esos doce los llamó apóstoles [15] y les dio poder para expulsar de la gente a los demonios.
[16] Éstos son los doce que eligió: Simón, a quien llamó Pedro; [17] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y a quienes llamó Boanerges, que quiere decir “hijos del trueno”; [18] Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el patriota y [19] Judas Iscariote, que después traicionó a Jesús. - Marcos 3:13-19 (TLA)
Jesús escogió a doce personas que llamó apóstoles. Estos eran puestos de bastante importancia en la historia de la humanidad; pero, Jesús no les hace ninguna investigación exhaustiva; El simplemente llamó a gente común y corriente: gente ordinaria. En este grupo había pescadores, cobradores de impuestos, otros eran tan tremendos que les llamo “hijos del trueno”, y aun había traidores en el grupo. Todos eran gente ordinaria; pero Jesús conociéndolo todo, sabia exactamente en que se convertirían todos, y de lo que cada uno seria capaz de hacer. Jesús no llamo a los escribas, a los fariseos, o a ningún estudioso o espiritual: no llamo a los capacitados. Notemos entonces lo siguiente: Jesús no llama a los capacitados, el capacita al que llama. Estos 12 hombres serian puestos a prueba y serian entrenados para ser ejemplo a muchas generaciones.
Estoy convencido de que Jesús continua llamando y capacitando gente el día de hoy con el único objetivo de le sirvan a El. Jóvenes y adultos aun sienten un llamado especial que a veces no entienden, y Dios les prepara poco a poco durante la vida misma, de tal manera que un ser ordinario como yo o como usted, aprendamos a ser instrumentos útiles para Dios. Tal vez usted se sienta de esta manera, y se pregunte: para que podrá estarme llamando Dios en este momento? Déjeme contarle la siguiente historia.
El otro día asistí a un partido de basquetbol de una escuela primaria donde niños de 9 a 12 años jugaban para pasar a las finales. Mientras estaba sentado echándole porras a un joven amigo, Erick, me di cuenta a mi derecha estaba sentado un hombre que, volteando a ver a un jovencito, dio un grito diciendo “pivote!”. Inmediatamente me di cuenta de que este hombre sabia de basquetbol, porque ese es un término que no cualquiera entiende, sino solo aquellos que les gusta este deporte. Le pregunte: “señor, ese es su hijo?”, respondió: “si”; “pues déjeme decirle que es un excelente jugador”, le dije, ya que el jovencito había anotado la gran mayoría de todos los puntos de su equipo. El me contesto: “gracias, lo que pasa es que yo soy entrenador de basquetbol, de eso vivo, y a eso me dedico desde hace tiempo”. El hombre estaba implicando que el simple hecho de el ser un erudito o un maestro en el deporte hace que las expectativas de sus hijos sean de excelencia en el deporte.
Cuando vemos entonces la historia de Jesús, vemos que El predicaba, echaba fuera demonios, y sanaba a las personas enfermas; entonces, que es lo que se esperaría de sus hijos espirituales? Practicamente lo mismo. Jesús llamo a aquellos hombres para que estuvieran con el siempre, y para enviarlos a anunciar las buenas noticias de que el Reino de Dios habia llegado; a ellos les dio autoridad para sanar y para expulsar demonios. Jesús quería entrenar a sus hijos para ser buenos en lo que Jesús hacia; tal como el entrenador de basquetbol hizo con su hijo.
Dios quiere que usted y yo nos parezcamos un poco a Jesús, y que seamos capaces de ir y anunciar las buenas noticias de Jesús con la autoridad que el nos ha dado. Dios aun llama a las personas el día de hoy; Dios continua llamando a gente ordinaria como usted y como yo, para que seamos un instrumento de gloria a Dios. Como hijos de Dios, se espera que en algo nos parezcamos a nuestro Padre Celestial; ya es hora que lo demostremos, no lo cree así?
Recuerde aquellos viejos dichos: “hijo de tigre...”, “de tal palo...”. Que no se nos olvide.