domingo, 7 de febrero de 2016

Cruz de Valor // Marcos 10:32-34

Había un grupo de soldados que acampaban, de pronto se vieron amenazados por un comando armado que se acercaba a su campamento. El capitán dio órdenes a sus soldados, de que tomaran sus armas y a la cuenta de tres, todos fueran al ataque. "Listos, uno, dos, tres, ¡al ataque!", dijo el capitán, pero nadie se movió de sus lugares. Gritó más fuerte una segunda vez, "uno, dos, tres, ¡al ataque!", pero todos se quedaron paralizados. El capitán comprendió que el problema no eran las órdenes, sino los soldados. Una tercera vez, el capitán, pistola en mano gritó, "uno, dos, tres, ¡al ataque!" pero esta vez él salió corriendo al frente mostrando gran valor. Los soldados al ver que iba sólo todos comenzaron a seguirle para apoyarlo.
De manera similar, Jesús se enfrentaba a un momento muy peligroso en su vida, sus discípulos estaban a punto de presenciar una demostración de gran valor. Dice la Escritura:

[32] Subían rumbo a Jerusalén, y Jesús caminaba delante de ellos. Los discípulos estaban llenos de asombro y la gente que los seguía, abrumada de temor. Jesús tomó a los doce discípulos aparte y, una vez más, comenzó a describir todo lo que estaba por sucederle. [33] "Escuchen, les dijo, subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre será traicionado y entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los romanos. [34] Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán con un látigo y lo matarán; pero después de tres días, resucitará".

En esta historia Jesús va de camino hacia Jerusalén, subiendo. Jerusalén es una ciudad elevada en la cima de la colina, era el centro del judaísmo, donde estaba el templo de Dios. El templo representaba la presencia de Dios en medio de su pueblo, y Jesús y sus discípulos subían a la ciudad, pero Jesús iba por delante. Jesús iba a la muerte segura, mas sin embargo, él va por delante de ellos, mostrando su valor.
Los discípulos estaban paralizados del asombro, y otros seguidores estaban atemorizados. Jerusalén no era el mejor lugar para ir en esos momentos ya que Jesús ha causado estragos en el sistema religioso y ahora es mal visto por los religiosos en Jerusalén. Los discípulos son llevados aparte y se les describió todo lo que había de suceder a Jesús.

Los sufrimientos de Jesús son inconcebibles para el ser humano el día de hoy. A veces pensamos que sufrimos en la vida, pero el rechazo, la humillación, y el dolor no se comparan a lo que Jesús experimentó. El actor Jim Caviezel, quien interpretó el papel de Jesús en la película de Mel Gibson "La pasión de Cristo", relata su experiencia cuando, por accidente, fué herido con un látigo real durante la filmación de los azotes que le propinaron a Jesús. El actor cuenta lo siguiente:
"Yo tenía detrás de la espalda una placa de metal. Pero un día, uno de los soldados romanos calculó mal y me golpeó con el látigo fuera de la placa. No pude ni gritar. No te sale el aire porque no puedes respirar. Se te contrae el cuerpo, y tienes la impresión de que te ahogas... Unos días después hubo otro fallo y me golpearon todavía más fuerte, dejándome una cicatriz de 30 centímetros, que los maquilladores estudiaron para luego repetirla. Al retorcerme me corté también las manos con las anillas de metal. Y desde entonces ya no pudimos filmar más, porque me encogía y giraba la cabeza cuando íbamos a empezar otra vez."
Fue un evento traumatizante para el actor. Y no se compara con la realidad que experimentó Jesús. El decidió darnos la oportunidad de acercarnos a Dios y tener una relación con El. Esa fue Su misión, y no le importó el costo. Pero, ¿cuál es nuestra misión? ¿cuál es nuestro propósito? El Pastor Bautista Martin Luther King Jr. dijo sabiamente "Si un hombre no ha descubierto algo por lo cual morir, no es apto para vivir." El propósito de Jesús era claro, y estuvo dispuesto a dar su vida por llevarlo a cabo.


Si nosotros decimos ser hijos de Dios, entonces tenemos todos un llamado a cambiar al mundo, pero tenemos que ser valientes, y estar dispuestos a que Dios nos lleve hasta donde El quiera, y que hagamos lo que sea que el nos llame a hacer. Que esa sea nuestra meta en la vida.