lunes, 30 de septiembre de 2013

Morir para vivir // Marcos 8:34 - 9:1

Consideremos el siguiente fragmento del texto del evangelio según San Marcos:
[34] Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos.
—Si alguien quiere ser mi discípulo—les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. [35] Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará. [36] ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? [37] ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? [38] Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
[9:1] Y añadió:
—Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder.”  - NVI

En un día caluroso, pero fresco, húmedo, en los pueblitos al rededor de Cesarea de Filipo, muy cerca del río, Jesús caminaba con sus discípulos. Al norte estaban las montañas por las cuales descendía el río Farfar refrescando el área y generando áreas verdes agradables y albercas con agua tan cristalina y pura que era famosa entre las personas ricas de la región de siria, palestina, y otros. En los tiempos del profeta Eliseo, el mismísimo general del ejército de Siria, Naamán, prefería bañarse en ese río que en el río Jordán (vea 2 Reyes 5:12). Al éste estaba la región desértica de Siria y Damasco. Al oeste, al cruzar el río, estaba la región de Tiro en la playa del Mar Mediterráneo. Al sur, se encuentran varios asentamientos de agua, como el Mar de Galilea y otras ciudades como Betsaida, que es precisamente del lugar de donde venía Jesús, y fue donde acababa de sanar a un hombre ciego en dos intentos. ¿Quién puede olvidar esa historia? Es la historia donde Jesús le puso saliva en los ojos! Pero a final de cuentas, el hombre recobró la vista milagrosamente. 

Después de ahí, en el camino hacia los pueblitos de Cesarea de Filipo, Jesús les pone un examen a sus discípulos, les pregunta: ¿Quién creen ustedes que soy yo? Y Pedro le responde magistralmente “Eres el Mesías”, y Jesús les dice a los discípulos “No le digan a nadie que soy el Mesías por favor”. Sin embargo, Jesús procedió a revelarles que él iba a sufrir terriblemente, que iba a ser rechazado por su propia gente, y que iba a ser asesinado. En respuesta, Pedro llevó a Jesús aparte y tuvo la osadía de comenzar a regañarlo. Y Jesús le dijo enfrente de todos, “Aléjate de mi Satanás! Te estas fijando demasiado en las cosas humanas y no te fijas en las divinas.” Era una escena un poco cómica pero también de miedo. Seguramente Pedro permaneció callado un buen tiempo.

Es en este ambiente tenso, Jesús convoca a la multitud y a sus discípulos porque les quiere decir algo importante. Les dice “todo el que quiera seguirme, tiene que negarse a si mismo, y tomar su cruz, y seguirme”. La gente inmediatamente debe de haber quedado en silencio, asustada de lo que Jesús acababa de decir. Recordemos que en el momento que sucedió este evento, el imperio Romano gobernaba casi toda la región, y ellos eran muy conocidos por sus tácticas de gobierno basadas en hostilidad y humillación para todos los que no quisieran cumplir con sus reglas. Una de sus tácticas favoritas era la crucifixión; al crucificar a alguien ellos enviaban un mensaje de terror a través de la humillación publica y muerte sin honor. Por lo tanto, la gente que escuchó que Jesús mencionó la cruz debió haber callado inmediatamente y debieron haber recordado a aquellas personas humilladas, maltratadas, y asesinadas públicamente por los crímenes cometidos.

Me imagino a Pedro pensando “Jesús se volvió loco. Esta no es la manera de reclutar discípulos. ¿Qué le pasa a Jesús?” Tal vez si Pedro no hubiera sido llamado Satanás en los versículos anteriores, de seguro estuviera hablando algo en este momento. De seguro le hubiera recordado que la mejor manera de reclutar a la gente es ofreciéndoles algún incentivo, comida, sanación, un milagro, una buena prédica, etc.  Pedro hubiera tal vez explicado que la relación tradicional de un maestro y sus seguidores era una relación un poco más relajada en donde se buscaba aprender del maestro, no sufrir humillaciones públicas o asesinato.
Sin embargo, Pedro permanece en silencio.

Y Jesús aún añade “Todos los que quieran salvar su vida la perderán, y todos los que la pierdan por mi culpa por culpa del evangelio la salvarán.” Ahora sí, parece que Jesús definitivamente ya asustó a toda la gente. Les acaba de decir que si no lo quieren seguir van a perder su vida, y también que si lo siguen es probable que los maten por su culpa o por culpa de las buenas noticias que anden compartiendo. 

¿Qué es lo que le pasa a Jesús? ¿Por qué le dice a la gente cosas que los van a asustar? A todos nos gustan los mensajes bonitos, de prosperidad, de bendición. A todos nos gusta la palabra que nos da esperanza. A todos nos gusta la palabra que trae confort al alma. A todos nos gusta que nos animen el espíritu para continuar viviendo a pesar de estar sufriendo en este mundo. Pero Jesús está diciendo que todo el quiera seguirle, tiene que negarse a si mismo, sufrir humillación pública, y posiblemente será asesinado. Y que todo el que no quiera seguirle por que tiene miedo a perder la vida, de todos modos se va a morir. Cual quiera de las dos opciones implica sufrimiento. 

Me imagino que Pedro estaba pensando “Jesus, por favor ya deja de hablar de la muerte, ya todos están asustados!”. Sin embargo Jesús continúa diciendo “de nada les sirve vivir con todo el mundo a su favor, siendo amados por todo el mundo, si de todos modos cuando se mueran van a perder su alma.” Nada se gana con eso. No se gana nada con tener al mundo en el bolsillo si a fin de cuentas se pierde el alma. Y todavía Jesús añade, “es más, díganme ¿qué pueden dar a cambio de la vida?”, es decir, ¿cuál es el precio de la vida?... Esta es una pregunta retórica, de la cual Jesús no esperaba una respuesta. Era una pregunta retadora. Una pregunta que invita a tomar una decisión.

Jesús los reta a que se decidan, que vean lo que les conviene. “¿Me siguen o no?” diría Jesús. “Antes que se decidan, sólo quiero agregar algo más. A todos los que decidan seguirme y se avergüencen de mi o les de vergüenza lo que sea que yo diga, El Hijo del Hombre también se va a avergonzar de todos ellos delante de la gloria de su Padre y de los ángeles también. ¿Estamos claros?”

Supongo que Pedro también ha de haber querido responder a la pregunta, diciendo: “si, yo te sigo. No me voy a avergonzar de ti. No me importa que me maten. Nunca te voy a dejar.” ¿Le suena familiar? Esto es exactamente lo que Pedro diría más adelante en el tiempo cercano a la crucifixión de Jesús. Ni siquiera Pedro pudo seguirlo de la manera que Jesús había querido.

Qué terrible. ¿Quién puede seguir a Jesús de esa manera? Es algo muy difícil. La gente difícilmente podía dejar de pensar en la imagen de la crucifixión de ellos mismos. Era demasiado para la mente; era:
Tener humildad a costa de la humillación, 
Defender la palabra a costa del mundo, 
Morir a costa de la muerte, y
Vivir a costa de la vida

Esto me recuerda a Randy Pausch, quien en el 2007 se hizo famoso por su libro y video llamado “La ultima clase”. Randy estaba muriéndose de cáncer de páncreas, y le dijeron que le quedaban de tres a cuatro meses de vida. Entonces decidió dar una última clase. En ella retó a los oyentes a vivir la vida plenamente a pesar de las dificultades. En su última clase dio un buen consejo, el dijo: “las paredes existen por una razón. Para que todos tengamos la oportunidad de demostrar que tan desesperadamente queremos algo. Las paredes están ahí para detener a aquellos que no están lo suficientemente determinados a conseguir aquello. Están ahí para detener a los demás!”  Paredes y más paredes.

Los que hemos vivido en El Paso, TX, podemos identificar una pared muy evidente: la frontera con México. Esta barrera está definida por la inseguridad que existía en Cuidad Juárez, México, en el otoño de 2011. Recuerdo que aun estando en la universidad, un día cayó una bala perdida que fue disparada en Cd. Juárez, cruzó la frontera a El Paso, llegó hasta la universidad, atravesó la ventanilla de una puerta en el edificio de matemáticas, y atravesó la puerta de la oficina de un maestro. Recuerdo también que una bala perdida cruzó la frontera y cayó cerca de la oficina del presidente municipal de El Paso. Estábamos muy asustados por la inseguridad en México, e irónicamente, El Paso es considerada una de las ciudades más seguras de América.  En octubre de 2011, tuve el privilegio de participar en un evento de ayuda con un grupo de hombres que construyen casas en Juárez. El ministerio se llama “Casas por Cristo”. Pero recuerdo que yo no tenía miedo ni nada. Al contrario, me la pasé muy bien, hubo momentos divertidos. El que más recuerdo fue que por alguna razón el camión que iba a traer el cemento no llegó a la hora que lo esperábamos sino que llegó mas tarde. Así que estuvimos obligados a sentarnos y esperar. Mientras esperábamos ahí en la calle, aquellos varones empezaron a buscar algo que hacer en el vecindario, y encontraron una planta productora de huevos, es decir, tres gallos y tres gallinas ponedoras en el patio de una casita. Las gallinas tenían un gallinero muy reducido, y como no había nada que hacer, y como teníamos alambre, y malla para gallineros, pues el equipo decidió iniciar un nuevo ministerio llamado “Casas por Chickens”, y construyeron un nuevo gallinero. Estos varones, como eran arquitectos y carpinteros profesionales, hicieron un trabajo excelente. Imagínese usted a un grupo de varones, en las calles de la ciudad más peligrosa del mundo, construyendo un gallinero, y teniendo el mejor momento de sus vidas. Y honestamente todos sabíamos a lo que nos arriesgábamos al ir a Juárez, al estar en contacto con la guerra entre los carteles, la policía, y los militares, los cuales estaban para defendernos.

Militares como el Marino Dakota Meyers, por ejemplo. A quien el presidente Obama, le entregó la medalla de honor en septiembre 15 de 2011, la cual es la condecoración más elevada en actos de valor. El soldado Meyers servía en Afganistán cuando compañeros de su grupo fueron emboscados y atacados por los guerrilleros Talibanes. Meyers escuchaba con desesperación los gritos de ayuda y dolor a través de su radio. Dos veces pidió permiso para entrar en ayuda de sus compañeros pero le fue negado. Pero no pudo quedarse sentado y ver como sus compañeros eran asesinados.  Después de un segundo intento sobre la radio, miró al sargento Chavez, y le dijo, “nos vamos a arriesgar”. Chavez manejó el vehículo hasta la zona de muerte y Meyers operaba el arma principal. En una entrevista que le hicieron, Meyers cuenta lo siguiente: 
“No pensaba que iba a morir, estaba convencido de ello” dijo Meyer. Cuando se le preguntó la razón de haber manejado hacia la pared de balas y explosiones dijo, “Había tropas Americanas bajo ataque, y ellos eran mis hermanos.” Para Meyer la misión era clara. “O los sacas a todos con vida, o mueres en el intento. Si no mueres en el intento, no lo intentaste con la fuerza necesaria.” 
Las palabras que no se me olvidan son “No pensaba que iba a morir, estaba convencido de ello”.

El Marino Meyers, el grupo de varones, el Dr. Pausch, y Jesús tienen algo en común. Todos estaban convencidos de que la muerte era inminente. Todos podrían afirmar que los momentos vividos sabiendo que su vida está en peligro, son los mejores momentos de su vida. Ése es el secreto: cuando sabes que vas a morir, tus prioridades cambian, y la manera en que experimentas la vida es diferente.

Cuando tienes la certeza de que vas a morir, no importa quien te quiera humillar, de todos modos vas a morir. Se pueden tomar riesgos cuando sabes que vas a morir. Puedes sufrir malos tratos y soportar la vergüenza porque sabes que vas a morir. Y no quiero que me mal entiendan, no estoy diciendo que Jesús quiere que muramos, no! Al contrario el quiere que vivamos plenamente y que experimentemos el Reino de Dios en este mundo. Pero la única manera de poder vivir plenamente es vivir como si fuéramos a morir.

Incluso Jesús finaliza diciendo “algunos aquí presentes no verán muerte sin antes haber visto el Reino de Dios llegar con poder”. Jesús les prometió que ellos, antes de morir serían testigos del poder del Reino de Dios. Si querían evidencia, ellos simplemente tendrían que voltear a ver la tumba vacía y ver el poder del Reino de Dios. Jesús les iba a demostrar con su propia vida, que el vivir como si fueran a morir era el secreto para una vida plena y significativa, y que además la muerte solo era una barrera, una pared, para poder llegar a la vida, para poder ver que tan desesperados estamos por vivir. 

Cuando Jesús retó a la multitud “¿quién me quiere seguir?”, él estaba preguntando “¿quién quiere morir? Sígame.” Los que quisieran vivir plenamente deberían de vivir como si fueran a morir; Jesús preguntaba “¿quién quiere morir para vivir?” Jesús estaba buscando gente dispuesta a morir para vivir. Jesús sigue buscando gente dispuesta a morir para vivir. Y Jesús seguirá buscando gente dispuesta a morir para vivir. Y sabe usted algo, efectivamente en el pasado hubo gente que le siguió dispuesta a morir para vivir, el día de hoy hay gente que desesperadamente le sigue dispuesta a morir para vivir, y siempre habrá gente que necesite a Jesús desesperadamente y que estará dispuesta a morir para vivir.

El mensaje de Jesús es: de aquí en adelante vive como si estuvieras a punto de morir, muere a ti mismo; el sufrimiento pasará; yo te daré vida.

De aquí en adelante muere para vivir. 

Muriendo para vivir.

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