Esta mañana vamos a ver una historia sobre la vida de Jesús que narra cuando sanó a un ciego en la pequeña aldea de Betsaida. Antes de leer la historia quiero que recordemos el contexto de esta historia, porque sospecho que Marcos situó estratégicamente esta historia para hablar no sólo a nuestra condición humana (física), sino también a nuestra condición espiritual.
Inmediatamente antes de esta historia Jesús reprendió a sus discípulos por su ceguera espiritual. Él les reprendió por su incapacidad de ver la realidad ante sus ojos. Jesus les dijo, "¿Tienen ojos, pero no ven? ¿Tienen oídos pero no oyen?", Concluyó diciendo:" ¿Todavía no entienden?" En este momento la historia continue y ahora nos encontramos con Jesús en Betsaida con el ciego.
Por otro lado, inmediatamente después de esta historia, Jesús les pone a sus discípulos un "examen parcial", por así decirlo. Él les preguntó directamente "¿Quién decís que soy yo?" Pedro, el apóstol, exclama: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." Los ojos de Pedro se han abierto y confesaba todo lo que Jesús era realmente.
Con esto en mente, echemos un vistazo de cerca a esta historia. Marcos escribió:
[22] Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara.
[23] Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo?
[24] Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan.
[25] Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad.
[26] Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres.
Jesús se encuentra en la pequeña aldea de Betsaida. En esta ocasión, un grupo de amigos traen a Jesús un hombre que es ciego. La historia no nos dice si él era ciego de nacimiento, o si perdió la vista debido a alguna enfermedad o alguna lesión. Sin embargo, se deriva de los detalles que debe de haber podido ver antes, porque cuando su vista fue parcialmente restaurada dijo que vio "hombres caminando como árboles." Si él nunca había visto antes, entonces él no podría saber la diferencia.
Una vez más Jesús trató a un hombre con gran consideración y compasión. Él lo lleva lejos de las multitudes, donde ya no es un espectáculo para aquellos que les gusta curiosear. Quería tener cara a cara a este hombre en privado. Una vez que encuentran un lugar apartado, tranquilo, Jesús escupe y toca los ojos. En el mundo antiguo mucha gente ponía su fe en el poder curativo de la saliva. De hecho, incluso en el mundo moderno también tenemos la misma confianza. ¿Cuántos de nosotros no creíamos que un beso de nuestras madres nos podría aliviar el dolor de un golpe o raspadura? ¿O cómo cuando usted se golpea o quema un dedo se lo pone en la boca para calmar el dolor? De la misma manera Jesús usó una creencia común para realizar la curación.
Jesús ungió los ojos del ciego con su saliva, y sondeó al hombre con la pregunta "¿Qué ves?", Contestó el hombre, "veo a la gente... se ven como árboles que caminan." En otras palabras, puedo ver pero no puedo dar sentido a lo que veo. Ya no soy ciego, pero tampoco tengo una visión clara.
Una vez más Jesús aplicó saliva a los ojos del hombre, y Marcos registra gráficamente lo que sucede: "Entonces sus ojos se abrieron, su vista fue restaurada, y lo veía todo con claridad" En lugar de utilizar una palabra para describir la curación, Marcos se describe la curación con tres palabras poderosas.
En primer lugar, dijo, "sus ojos fueron abiertos" o, literalmente, “levantó los ojos y podría enfocar su vista en objetos distintos." A esto añadió: "Su vista fue restaurada", literalmente, podía ver a la distancia, en nuestra terminología tenia visión "20 x 20". No hay más confusión en su vista. No hay más sombras o puntos ciegos. Él podía ver. Marcos añade que no sólo podía ver, pero "lo veía todo con claridad" o claramente incluso a distancia. Su mundo se presentó ante él con colores brillantes y llamativos. Su oscuridad, fue reemplazada por la belleza del universo, con todo su color y vitalidad.
De la mano de Jesús, este hombre dejó la oscuridad eterna, y pudo percibir el mundo brillante, la vida, y los colores. Sus ojos se abrieron y su mundo se había transformado.
También Jesús estaba enseñando una "parábola viviente" acerca de nuestra propia ceguera espiritual y cómo solo Él puede abrirnos los ojos para ver.
La historia de esta curación está situada justo en el medio de dos momentos dramáticos en el camino espiritual de los discípulos. En un momento anterior Jesús ha confrontado la ceguera espiritual de sus discípulos cuando ellos no pudieron ver lo que tenían a su alrededor. Él se enfrenta a ellos con este comentario: "¿Todavía no entienden?"
Inmediatamente después de este milagro de sanidad, Jesús les pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?" Siguió con la pregunta clave de del examen parcial, "¿Quién decís que soy yo?" En esta pregunta Jesús no está tratando de averiguar lo que creen acerca de él, sino que quiere obligarlos a definir lo que realmente creen. En respuesta a esta pregunta, Pedro declara, "Tú eres el Cristo... el Hijo del Dios viviente." No, Pedro no es ciego. Él puede ver, pero como veremos la próxima semana, Pedro seguía viendo las sombras y los puntos ciegos.
Así que en esta "parábola viviente" hay tres lecciones que necesitamos aprender acerca de los reinos espirituales. La primera lección y la más básica que debemos aprender es que Jesús y solo Jesús puede abrir los ojos de los ciegos espirituales. Hay muchos que pretenden dar vista a los ciegos, pero Jesús les llama al igual que los fariseos: "guías ciegos".
En Mateo 15, se relata la historia de los fariseos que se confrontan a Jesús acerca de que sus discípulos no se lavaban las manos antes de comer. Hablando de ellos, dijo:
[14] Déjenlos: son ciegos guías de ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.
Hay muchos en el mundo que garantizan que nos pueden abrir los ojos, pero debemos tener mucho cuidado. No debemos olvidar lo que Jesús dijo: "Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo."
Jesús demuestra en esta historia que sólo él tiene el poder divino para abrir los ojos de los ciegos, sobre todo los ciegos espirituales.
Una segunda lección se centra en el hecho de que esta curación no se hizo en medio de las multitudes, sino más bien en la intimidad simple de una reunión privada con Jesús. No me malinterpreten, creo que Dios puede hablar con usted en un lugar lleno de gente, por ejemplo en la Iglesia, pero Jesús hace su obra más importante en lo privado y en la soledad. Si nuestros encuentros con Jesús sólo ocurren en lugares públicos, nos estamos perdiendo de las alegrías más grandes. Jesús quiere llevarnos a lo privado y abrirnos los ojos. Él quiere tocarnos profundamente. Quiere estar en las partes más íntimas de nuestro corazón y de nuestra vida. Quiere hacer que cobremos vida desde adentro hacia afuera.
Otro mensaje de gran alcance de esta "parábola viviente" gira alrededor de este inusual evento de curación "gradual". Jesús restauró la vista del hombre en etapas, por así decirlo. Al principio sólo podía ver descoloridas imágenes confusas, pero al tiempo, Jesús había terminado con él, sus ojos enfocaron, recobró la vista, y pudo ver con claridad.
Me parece que Jesús está dando palabras de animo a sus discípulos en su ceguera temporal porque en el momento que Jesus les de su toque personal, todas las cosas comenzarán a tener sentido y a ser claras frente a sus ojos. La visión espiritual no siempre viene en una instancia. Para muchos de nosotros, si no es que para todos nosotros, es una jornada... es una experiencia de crecimiento... se necesita tiempo y el toque de Jesús.
¿Estamos listos para comenzar nuestra jornada espiritual? ¿Hacia dónde vamos ahora?
Busquemos a Jesús en los lugares privados de nuestra vida. Busquemos la privacidad. Abramos su Palabra con esta oración en nuestros labios: "Señor abre mis ojos para que pueda verte a ti ya tu verdad en cada página y en cada historia." Busquemos a Dios en las huellas dactilares a nuestro alrededor... busquemos lo al amanecer cuando sale el sol dando inicio a un nuevo día, y en la puesta de sol que da color y final un día, con colores tan llamativos. Busquemoslo en la cara de nuestros hijos. Busquemoslo en las circunstancias de nuestra vida. No nos conformemos a las cosas de la este mundo, busquemos al Salvador y dador de vida, a Jesús!
No hay necesidad de que nadie camine en las sombras, vengamos a Jesús y dejemos que nos toque y abra nuestros ojos.
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