[1] Un día en que de nuevo se había juntado mucha gente y no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:[2] Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. [3] Y si los mando sin comer a sus casas, pueden desmayarse por el camino, porque algunos han venido de lejos.[4] Sus discípulos le contestaron: ¿Pero cómo se les puede dar de comer en un lugar como éste, donde no vive nadie?[5] Jesús les preguntó: ¿Cuántos panes tienen ustedes?Siete, contestaron ellos.[6] Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y se los iba dando a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente, y así lo hicieron. [7] Tenían también unos cuantos pescaditos; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y también mandó repartirlos. [8] Todos comieron hasta quedar satisfechos, y recogieron los pedazos sobrantes en siete canastas. [9] Los que comieron eran cerca de cuatro mil. Luego Jesús los despidió, [10] subió a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
No debemos confundir esta historia con
aquella historia donde Jesús alimenta a cinco mil personas, ambas
son similares, pero las cantidades, el lugar, el énfasis varían.
En esta ocasión notamos que los discípulos de Jesús llevan tres
días completos siguiéndole y escuchando sus enseñanzas. Tres días
en los cuales la gente probablemente haya llevado provisiones las
cuales pudieron durar hasta el final del primer día, o tal vez el
segundo, o tal vez algunos descuidados ni siquiera llevaron algo de
comer. Y Jesús muestra compasión por su gente; a Jesús le conmueve
ver la necesidad de las personas, y decide hacer algo, y platicando
con sus discípulos, llegan a la conclusión de que la cuidad mas
cercana esta lo suficientemente lejos como para que cualquiera que
intente ir a comprar algo de comer caiga desmayado del hambre en
medio del desierto.
Entonces Jesús hace una pregunta
importantísima: “cuantos panes tienen?”. Es de suma importancia
que entendamos que los milagros empiezan de lo que tenemos en
nuestras manos. Tenemos que
tener disponible algo para que Dios haga el milagro. Es importante
que haya disponibilidad de cuerpo, mente, espíritu, y posesiones:
todo es de Dios, y el nos ha dado lo que tenemos para que lo
administremos. A la hora de hacer un milagro, Dios va a empezar con
lo poco o mucho que pongamos a su disposición.
Jesús
procedió a dar gracias, pienso yo que podría haber dado gracias por
adelantado. Dio gracias a su padre por las cosas que el iba a hacer
con esta gente. Dio gracias por el milagro inminente que haría que
todos ellos fueran testigos de del poder de Dios y por la fe de ellos
entender que Jesús realmente era el Hijo de Dios.
Y así sucedió, ellos todos fueron saciados, llenos... ellos
experimentaron esa sensación que nosotros el día de hoy podemos
experimentar cuando vamos a comer a un bufete! Todos ellos vieron
como hasta sobraron siete canastas llenas. Cuatro mil personas fueron
alimentadas en aquella hora, y posteriormente, Jesús se retira con
sus discípulos en una barca, dirigiéndose a la región de
Dalmanuta. Veamos lo que dice la escritura.
[11] Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Y para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios. [12] Jesús suspiró profundamente y dijo:¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Les aseguro que no se les dará ninguna señal.[13] Entonces los dejó, y volviendo a entrar en la barca se fue al otro lado del lago.
Jesús fue cuestionando inmediatamente
por un grupo de fariseos, los maestros de la ley, los conocedores de
la Biblia, los religiosos que habían convertido seguir a Dios en una
carga. Llegaron discutiendo y exigiendo que hiciera un milagro para
demostrarles que El verdaderamente era el Hijo de Dios.
Jesús responde diciendo que no les dará ningún tipo de señal. Y
esto inevitablemente nos invita a ver que hay dos grupos de personas en esta
historia: 1) aquellos que creen y siguen a Jesús, y se les da señal
de que el es el Hijo de Dios; y 2) aquellos que dudan de Jesús,
demandan señal de parte de El, y no se les dá ninguna. Claramente,
los 4000 alimentados recibieron señal porque primeramente le
creyeron y le siguieron. Pero los fariseos llegan demandando una
señal de parte de Dios que corrobore que Jesús viene de Dios. Es
absurdo! Es como si la creación de Dios, las estrellas, los mares,
el sol, la luna, le pidieran a Dios una prueba de que el es el
Creador de todo: es ridículo! Basta con que se observen a ellos
mismos para entender que el Creador existe y es Dios. Los fariseos no
tenían ningún derecho de demandar señales o milagros, no tienen
ningún derecho de exigirle cosas a Dios. Mucho menos para
demostrarle a ellos que Jesús era el Hijo de Dios. Es algo absurdo
y Jesús responde fuertemente a lo absurdo diciéndoles que no
recibirán señal. Esta generación no recibiría ninguna señal.
En
cierta manera se asemeja a lo que sucedió con aquel varón de Dios
llamado Moisés y el pueblo de Israel en el antiguo testamento. Dios
se manifestó dando señales, una tras otra, plagas para que los
israelitas fueran liberados de la esclavitud. Ellos, por el poder de
Dios, cruzaron el mar rojo en seco y a pie. Ellos fueron testigos de
una nube en medio del desierto que significaba la presencia de Dios
con ellos. Por la noche ellos recibían el calor y la luz de una
columna de fuego puesta por Dios para su protección y bien estar.
Ellos comieron el mana, pan del cielo, que venia a ellos todos los
días sin faltar uno solo, sin que les faltara que comer ni un solo
día. Todos fueron llevados a la tierra prometida, enviaron soldados
espías para ver la tierra prometida, y dijeron: si, esta es la
tierra que Dios nos ha prometido... pero... hay gigantes. Es decir,
todos ellos vieron, milagro tras milagro, fueron testigos de la
presencia de Dios, conocieron el poder de Dios, y a la hora que
tenían que demostrar confianza en Dios, le fallaron. Por causa de su
falta de confianza en Dios, toda aquella generación, murió en el
desierto y jamás vio la tierra prometida. Los fariseos, habían
estudiado la ley de Dios; conocían todas las historias de milagros
de Dios; habían estudiado aquellos testimonios de un Dios
misericordioso y justo; y a la hora de creerle a Dios, le estaban
dando la espalda y desconfiando de El, pidiéndole una señal... que
absurdo. Inmediatamente Jesús se retira con sus discípulos y se
van al otro lado del rio. Veamos lo que dice la escritura:
[14] Se habían olvidado de llevar algo de comer, y solamente tenían un pan en la barca. [15] Jesús les advirtió:Miren, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.[16] Los discípulos comentaban entre sí que no tenían pan.[17] Jesús se dio cuenta, y les dijo:¿Por qué dicen que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Tienen tan cerrado el entendimiento? [18] ¿Tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen? ¿No se acuerdan? [19] Cuando repartí los cinco panes entre cinco mil hombres, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron?Ellos contestaron: Doce.[20] Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas recogieron?Contestaron: Siete.[21] Entonces les dijo: ¿Todavía no entienden?
Jesús, aun consternado con la
incredulidad de los fariseos, les dice que se cuiden de la levadura
de los fariseos. La levadura para ellos era muy conocida. Era algo
muy pequeño que reaccionaba con la masa del pan y lo transformaba de
una manera impresionante. De algo muy pequeño se podía hacer algo
muy grande. Jesús les quería decir que se cuidaran de tener alguna
falla, algún pecado, por mas pequeño que este fuera, porque tarde o
temprano, podría transformarles la vida, podría convertirse en algo
bastante grande. En el caso de los fariseos, su pequeño error fue
ser demasiado celosos de la ley de Dios, de tal manera que fue
creciendo y creciendo su celo hasta que lo llevaron al extremo,
haciendo imposible el cumplir la ley de Dios, y cuando tuvieron a
Dios en persona, no lo quisieron reconocer porque no era de la manera
que ellos pensaban que sería. Cuídense de esas cositas pequeñas
que pueden cambiar su vida para mal, les dijo Jesús. Sin embargo
ellos pensaban que Jesús se refería al hecho de que ellos
simplemente traían un pedazo de pan para comer.
Los discípulos discutían entre si,
tal vez se echaban la culpa de no haber traído pan, y se preocuparon
de no tener que comer. Y cuando Jesús menciona la levadura, ellos
inmediatamente asumen que están en problemas por no traer pan. Ellos
cayeron en un gravísimo error, semejante al del pueblo de Israel y
Moisés, ellos vieron milagro tras milagro, y a la hora de demostrar
confianza en Dios, fallaron. Los discípulos vieron a 5000
alimentados con cinco panes, a 4000 alimentados con siete panes, y
aquí ellos están en una barca, doce discípulos y un solo pan, y
están preocupados! Es increíble! Como puede ser que duden que
Jesús puede alimentarlos con solo un pan, después de haber visto
todo lo que vieron? Pues con justa razón Jesús les recuerda lo que
acaba de pasar. El les dice “se acuerdan de cuando alimente a 5000
con cinco panes? Cuantas canastas sobraron?” Y ellos respondieron
“doce”... pero estoy casi seguro que en este momento ninguno de
los discípulos estaba haciendo contacto visual con Jesús;
probablemente todos tenían la cabeza inclinada como aquel padre que
le llama la atención al hijo, y el hijo sabe que hizo mal. Jesús
les llama la atención, a recordar lo que vieron y lo que oyeron. Y
cierra con una pregunta retorica: “todavía no entienden?”
todavía no saben que estando conmigo no les faltara nada? Todavía
no saben que con un solo pan que pongan a mi disposición se puede
hacer un milagro? Querido lector, la respuesta es obvia: Jesús
puede hacer un milagro con lo poco que tengamos y que estemos
dispuestos a ponerlo ante El... así es como empiezan los milagros.
La actitud de los discípulos nos
regala una gran enseñanza: “La manera en que vivimos nuestras
vidas, muestra donde esta nuestra confianza.” Los discípulos,
al discutir entre ellos mismos acerca del pan, mostraba que ellos
confiaban en si mismos, en vez de confiar en Dios. Pero, ¿que hay
de nosotros? Vivimos en tiempos difíciles financieramente hablando;
y, ¿en quien vamos a confiar? ¿En nosotros mismos, o en Dios?
También vivimos tiempos en que la familia esta siendo atacada
duramente por la indiferencia y la inmoralidad, pero, ¿como vamos a
reaccionar? ¿En quien vamos a confiar? Mi oración es que usted y yo
podamos poner nuestra confianza en Jesús, porque El, realmente,
es el Hijo de Dios. No se
permita dudar por un segundo, confiemos en el Dios nuestro Padre que hace
milagros, en nuestro Dios, Jesús, que se compadece de nosotros, y en
nuestro Dios, el Espíritu Santo, que nos guía en todo momento.
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