miércoles, 4 de julio de 2012

Nacion Escogida por Dios // Salmos 33:12-22

En un brillante y fresco día en 1776, miembros del congreso continental estaban reunidos en la ciudad de Filadelfia, Pensilvania. Ellos estaban ahí para votar sobre un documento llamado “Declaración de Independencia”, escrito por Thomas Jefferson. Mientras tanto el ejercito y tropas de Inglaterra estaban listos para la guerra al desembarcar en los puertos de New York. Benjamín Franklin le dijo a los miembros del congreso: “Todos debemos mantenernos unidos, o seguramente todos vamos a colgar por separado.”  En ese mismo momento se firmo la declaracion de independencia de los Estados Unidos siendo John Hancock el primero en estampar su firma y dar inicio a la guerra de independencia.

Siete años de guerra y persecución, hasta que por fin, George Washington, Comandante General de las fuerzas armadas dio comunicado de que la paz se había logrado, y que se habían firmado acuerdos de paz con el enemigo. Sin embargo, hubo un problema. Con la guerra y otros factores, el congreso continental se había quedado en bancarrota; y no había dinero para pagarle a todos los soldados que estuvieron dando su vida en la linea de batalla sirviendo a su país. Era una situación terrible y muy seria; al grado que los oficiales de las fuerzas armadas decidieron reunirse en secreto y a espaldas del General George Washington, para planear una acción militar en contra del congreso.

El Gral. Washington se entera de dicha reunión y les pide que no se reúnan en secreto, que lo hagan abiertamente, y les pidió que se reunieran en publico el 17 de Marzo de 1783 en la ciudad de Newburgh, New York. Los oficiales militares tenían el entendido de que se reunirían sin el Gral. Washington, sin embargo, el decidió presentarse en el lugar. Cuando entro, hubo un ambiente tenso y frio, todos estaban convencidos de que el Gral. Washington era en parte responsable de la situación en la que los soldados se encontraban. Entonces cuando el tomo el podium, no tuvo la bienvenida que se hubiera esperado. El Gral. Washington dio un discurso que había preparado con el objetivo de persuadirlos a que le dieran mas tiempo al congreso para que hiciera las cosas como deberían de ser, y así enmendar su error.  Sin embargo, nadie fue conmovido a misericordia, nadie tuvo piedad, el ambiente siguió igual o peor de tenso.

Entonces el Gral. Washington antes de retirarse, saco una carta de su bolsillo, una carta de parte del congreso. El intentaba leerla, se la acercaba y alejaba tratando de enfocar y batallando para reconocer lo que en ella estaba escrito, ya que la luz era muy débil en el lugar. Hizo una pausa y con su otra mano saco unos lentes de aumento, mientras el decía: “Caballeros, les suplico me disculpen, permitanme sacar los mira-lejos”, los cuales odiaba usar y jamas había sacado en publico. Antes de leer la carta dijo en un tono profundamente mortificado y avergonzado: “Les ruego me disculpen, pero como ustedes saben, en esta guerra he sufrido bastante de la vista, me he quedado casi ciego, y el cabello que solía ser negro, después de 7 años ha quedado gris, todo por servir a mi país.” Empezó a leer la carta, pero su voz se quebrantaba al igual que su compostura, así que mejor abandono la sala sin decir una sola palabra mas.

En ese momento todos los espectadores fueron conmovidos, incluso aquellos que habían peleado la batalla hombro a hombro con el Gra. Washington irrumpieron en llanto al recordar aquellos sufrimientos y sacrificios que todos tuvieron que experimentar en el campo de batalla, todo por lograr ser un país libre.  En ese mismo día, todos votaron unánimemente no tomar ninguna acción en contra del congreso, y decidieron poner toda su confianza en Dios, en que el proveería para todas las necesidades de sus soldados y de ellos mismos. Es así como la el país de los Estados Unidos se llega a formar en base a una confianza plena en Dios, esa misma confianza que sigue siendo imprimida en los billetes de un dolar.

El Salmista escribió lo siguiente con respecto a la relación entre Dios y las naciones:
[12] ¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios!  ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño!  [13-14] Desde tu trono en el cielo te fijas en toda la gente;
desde tu trono vigilas a todos los habitantes del mundo.  [15] Tú creaste la mente humana y sabes bien lo que todos hacen.  [16] No hay rey que se salve por tener muchos soldados, ni hay valiente que se libre por tener mucha fuerza.  [17] De nada sirven los caballos para ganar una guerra, pues a pesar de su fuerza no pueden salvar a nadie.  [18] Pero tú cuidas siempre de quienes te respetan y confían en tu amor.  [19] En tiempos de escasez, no los dejas morir de hambre.
[20] Tú nos das tu ayuda, nos proteges como escudo. Por eso confiamos en ti.  [21] Nuestro corazón se alegra porque en ti confiamos.  [22] Dios nuestro, ¡que nunca nos falte tu amor, pues eso esperamos de ti!  Salmos 33:12-22 (TLA).

Mientras una nación reconozca a Dios como su Señor, Dios la va a bendecir. A veces decimos reconocer a Dios pero en realidad no lo hacemos.  A veces pensamos que por tener un gran ejercito, una gran armada, o los mejores vehículos de guerra y aviones, con eso estaremos a salvo, o seguros. Pero Dios es el que esta en control de todas las cosas, y el salmista nos ayuda a entender que Dios siempre vigila desde lo mas alto, y debemos respetarle porque el es capaz de hacer y deshacer con simplemente hablar. Basta que el lo quiera hacer y se hace al instante. Ese el el Dios que hay que respetar, porque ningún ejercito puede vencerlo.  Como hijos de Dios debemos siempre temerle, pero con reverencia, no con miedo, sino con respeto a lo que el representa y puede hacer si es su voluntad.  La nación de los Estados Unidos, si alguna vez ha sido bendecida grandemente por Dios, ha sido porque le han respetado como Creador y Líder supremo de todos sus estados.  Lamentablemente, muchos han perdido ese temor, especialmente los jóvenes, y parece que las consecuencias se están viendo poco a poco.

Como padres de familia, debemos primeramente inculcarle a los hijos el respeto hacia Dios. Debemos proteger a toda costa el beneficio de tener el respaldo de Dios.

Un día miércoles 19 de abril de 1865, fue un día triste para los Estados Unidos; ese día fue el funeral de el presidente Abraham Lincoln. Un pastor amigo del presidente fue escogido para predicar en el funeral, ya que el había estado en contacto cercano con el presidente por algún tiempo.  El día del funeral el pastor Simpson recordó que un día cuando hablaba con el respecto de algun asunto de importancia el pastor dijo “yo solo espero que Dios este de nuestro lado”. A lo que el presidente contesto un poco molesto: “el que Dios este de nuestro lado no me preocupa en lo mas mínimo. Pero es mi oración ansiosa y constante que yo y nuestra nación estemos siempre del lado del Señor.”

Que verdad tan importante compartió el presidente Lincoln, y quedo grabada para la historia. Afortunadamente, el secreto para que siempre estemos del lado del  Señor es el que aparece en los versos [18-21]: “Pero tú cuidas siempre de quienes te respetan y confían en tu amor.  En tiempos de escasez, no los dejas morir de hambre. Tú nos das tu ayuda, nos proteges como escudo. Por eso confiamos en ti.   Nuestro corazón se alegra porque en ti confiamos.”.  El secreto esta en respetar a Dios y confiar en su amor. Esas dos cosas son garantía de ayuda y protección de Dios. Y es porque el presidente Lincoln entendió eso, que en los billetes de un dolar se encuentra la inscripción “En Dios Confiamos”.

Mi oración también es que todos nosotros siempre le temamos al Dios todopoderoso, el temor respetuoso y reverente que reconoce su autoridad y soberanía, y que también confiemos plenamente en su amor. Debemos confiar que cualquiera que sea nuestra situación, el va a tener cuidado de nosotros. Para Dios no hay nada imposible, basta que el hable para que las cosas se hagan. Ya es tiempo que respetemos mas a Dios y que confiemos mas en su amor. Ya basta de ignorar su existencia y confiar en nosotros mismos.  Es tiempo de que Dios bendiga a nuestra familia, y a la nación en la que vivimos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario